Using fragments of Alejandro Otero’s Coloritmo at Bello Monte acoustic Shell in Caracas, I explore how this architectural space connects me with what seems to be at the core of the Venezuelan identity: the contradictory expression of barbarity and modernity. The Coloritmo serves as a mirror of the country’s current situation and shows how I have experienced its collapse. Day by day for over five years I saw how a work of art that I never knew at its best languished and yet remained beautiful. It is an image of involution and the chaotic struggle of the community to keep alive a meeting place. It is also a demonstration that its color and its modernity imprint curiously allows it to transmute into something that simultaneously is phantasmagorical and part of nature.

Utilizo fragmentos del Coloritmo, una obra del artista Alejandro Otero que es parte de la Concha Acústica de Bello Monte en Caracas, para explorar cómo este espacio arquitectónico me vincula con algo que parece en la base de la identidad del venezolano: la pugna entre la modernidad y la barbarie. El Coloritmo sirve tanto de espejo de la situación actual del país, como de mi vivencia del deterioro: día tras día durante cinco años veía languidecer una obra que nunca conocí en su esplendor pero que sí podía reconocer su belleza. Es imagen de la involución y la lucha desordenada de la comunidad por mantener vivo un espacio plural de encuentro. También es prueba de que su colorido y su impronta de la modernidad son curiosamente aquello que permite que transmute en algo que es fantasmagoría y naturaleza viva en simultáneo.
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